El contrato de seguro es una forma de acuerdo básico. Casi todo el mundo ha firmado uno a la largo de vida. Sin embargo, existen muchas las dudas al respecto, sobre todo por la terminología que se emplea.
Lo primero y más importante es definir qué es exactamente un contrato. Según lo define la Real Academia de la Lengua se trata de un acuerdo en el que dos o más partes se comprometen recíprocamente a respetar y cumplir una serie de condiciones.
Exigen la ley que los seguros se formalicen por escrito y que contenga obligatoriamente una serie de elementos formales y otra serie de elementos personales, entre ellos:
Elementos personales.
Debe constar además en él las siguientes posiciones jurídicas:
Asegurador: que es la persona que asume la obligación del pago de la indemnización cuando se produce el evento asegurado.
El tomador de seguro: la persona que contrata con el asegurador y que firma con él la póliza del contrato.
Asegurado: la persona que es titular del interés asegurado y que está expuesta al riesgo. Puede coincidir o no con el tomador del seguro.
Beneficiario: la persona designada para recibir la utilidad del seguro en determinados seguros de vida.
Estos son los requisitos básicos, aunque se puede incluir mucha más información, todo depende del tipo de contrato que se quiera firmar entre las partes.